Este domingo leemos, en los textos de la Sagrada Escritura, como inicia la gran historia de la salvación con la vocación y respuesta de Abraham, una respuesta de fe y obediencia, que da inicio a una nueva historia de amor entre Dios y el hombre. Por otro lado, Pablo invita a Timoteo a vivir y disfrutar del don de Dios en nuestra vida, en nuestra historia, independientemente de nuestros méritos y pecados. En el Evangelio nos encontramos con el momento de la Transfiguración de Jesús ante sus discípulos, Jesús tiene la intención de introducirnos en algunos aspectos importantes de esta gran historia de la salvación: la cruz y la gloria, la prueba y la bendición, el camino del calvario con vistas al camino de la resurrección.
Esta historia de la salvación es, en definitiva, una historia de encuentro y de llamado, la llamada de Dios. Vemos la llamada a Abraham a salir de su tierra y dejar sus seguridades humanas; llamada de Dios a Timoteo que lo invita a “tomar parte en los duros trabajos del Evangelio con la fuerza que Dios le da”; llamada de Dios a cada uno de nosotros a subir a una montaña alta y nos invita a tomar parte en la transfiguración, después nos invita a todos a descender del monte y a emprender decididos el camino de Jerusalén, camino de la Pasión, camino de la vida cotidiana.
Nuestra mirada se centra en el testimonio de Abraham. La historia de Abraham, como la de cada uno de nosotros, muestra claramente que es Dios quien toma la iniciativa en relación con la vocación de los hombres. Piensa cuántas veces Dios nos llama a un cambio radical, a ser diferentes. El Señor le sale al paso y le muestra un plan sorprendente e inesperado. “Sal de tu tierra...”. “Haré de ti un gran pueblo”. “En ti bendeciré todas las familias de la tierra”. Abraham sale de su tierra, se encamina por un sendero dejando atrás planes personales, posesiones, y la seguridad de su tierra y de su parentela para emprender un camino que lo conducirá a una nueva tierra, una nueva historia, una nueva descendencia.
Abraham es el hombre de la promesa, el hombre dócil a la iniciativa de Dios. Su actitud es de una obediencia y confianza absolutas. Por su fidelidad Abraham se convierte en sí mismo en una bendición de Dios. Se hace de algún modo don de sí mismo para los demás. Será él el eslabón de una cadena que llevará la bendición de Dios para los pueblos. Quien se confía sinceramente a Dios no queda defraudado en nada. Dios es fiel.
Durante este tiempo de Cuaresma nos ponemos delante del sufrimiento y el dolor, ambos como una experiencia humana, que toca no sólo nuestra propia realidad, toca la vida y realidad de todos los hombres. Esta experiencia pone a dura prueba, como en la vida de Abraham y de los mismos apóstoles, las convicciones profundas y motivaciones para seguir adelante. Durante este tiempo una meditación serena y profunda del rostro transfigurado de Jesús nos ayuda a resolver el enigma y las preguntas de nuestra vida, iluminar las penas y sufrimientos, que nos dan oportunidad de vivir en la esperanza del encuentro definitivo con Dios.
Meditemos durante la Cuaresma, como Dios nos llama y nos pone delante de la mirada amorosa de Jesús, aprendamos a sentirnos amados, sentirnos amados eternamente y haber sido elegidos desde la eternidad como parte de una gran historia, la historia de la salvación, para dar testimonio como Abraham de entereza, de fe, de confianza, de amor. Una historia de amor eterno que acompaña al hombre durante su vida como la mirada de amor de Jesús. Cuando todo nos lleva incluso a dudar de nosotros mismos y del sentido de nuestra propia existencia, entonces esta mirada de Jesús nos devuelve la energía y fortaleza para caminar, sabiendo que este amor ha sido más fuerte que todo mal, lo vemos en Abraham, los discípulos y una cadena enorme de hombres y mujeres, que a lo largo de la historia han fortalecido sus motivaciones más profundas en la contemplación del rostro transfigurado del Señor y en el mismo drama de la cruz.
Santa María Inmaculada, de la Dulce Espera, Ruega por nosotros.
P NOEL LOZANO: Sacerdote de la Arquidiócesis de Monterrey. www.padrenoel.com; www.facebook.com/padrelozano; padrenoel@padrenoel.com.mx; @pnoellozano