Los niños se encuentran llenos de grandes emociones que durante sus actividades del día a día tienen que aprender a controlar, pero su falta de madurez emocional y falta de recursos para manejar sus propias emociones los hace vulnerables a ellas por lo que es fácil que en algún momento de su vida sufran un estado de ánimo deprimido y afecte a su desarrollo cognitivo y emocional.
Uno de los principales síntomas es su estado de ánimo triste, irritable, malhumorado, poco tolerable. En muchos de los casos presenta perdida de interés, pasa menos tiempo en sus hobbies o actividades que anteriormente disfrutaba mucho.
La depresión infantil puede surgir a causa de muchos cambios como resultado de la pérdida de los padres, un divorcio, abuso infantil, baja autoestima etc..
Los niños a menudo no son capaces de describir cómo se sienten y suelen quejarse de molestias físicas y mostrar un sentimiento de tristeza, dolor, culpa, desanimo, conducta agresiva o acciones que demuestren irritabilidad.
Generalmente se considera un trastorno depresivo si se observan cuatro o más síntomas por un largo período de tiempo.
Pérdida de interés hacia el entorno.
Se comporta de una manera agresiva.
Se aleja de sus amigos y familiares.
Bajo rendimiento académico.
Incapacidad para concentrarse o tomar decisiones.
Falta de energía: no juega, rechaza ir al colegio, habla poco, se mantiene callado.
Pérdida de confianza y autoestima, y sentimientos de inferioridad.
Tristeza, irritabilidad, agresividad y rabietas más frecuentes.
Pérdida de interés por sus juegos preferidos.
Variaciones de peso.
Quejas frecuentes de dolor de cabeza y de estómago.
Alteraciones del sueño y apetito.
Comentarios negativos del mismo o del entorno.
Ideas de muerte o de suicidio.
A continuación, se detallan unas recomendaciones que pueden ayudar a los padres para mejorar la depresión infantil:
Elogiarlo con frecuencia, resaltar lo positivo y señalar sus pensamientos negativos cuando sucedan.
Ayudar a que distinga entre los acontecimientos que puede controlar y los que no estén a su alcance.
Mantener con afecto una estabilidad familiar, alejado de preocupaciones que al niño no le pertenecen.
Realizar actividades donde él pueda dibujar o hablar de sus emociones.
Planificar actividades atractivas durante el día.
Dificultad de concentración: animar al niño para que participe en juegos y diversas actividades.
Favorecer que la hora de comer sea placentera; cocinar su platillo favorito.
Que su horario de sueño sea constante, hacer actividades relajantes previas.
Aplicar algunas técnicas de relajación.
Estimularlo a que exprese sus sentimientos de ira apropiadamente,
Es importante como Padres y educadores mantener una relación positiva, afectiva, y basada en la confianza con su hijo, que le estimulen y motiven, permitiendo así que el niño desarrolle sus potencialidades y construya buenas relaciones con los demás.
“Una actitud positiva puede ser algo pequeño pero que marca una gran diferencia en la vida de los niños para su crecimiento y desarrollo”