SABINAS, COAH.- Ni siquiera los muertos se salvan de la delincuencia. En el panteón Santiago fue robada la lápida de Blanca Ponce Rivera, una niña que falleció en 1995 y cuya tumba era un sitio de memoria y consuelo para su familia. El hurto ha causado profunda indignación y dolor entre sus seres queridos, quienes ahora enfrentan no solo la pérdida, sino también la profanación de su descanso eterno.
"Se llevaron la lápida de mi niña", expresó con tristeza Juan Francisco Ponce Ríos, padre de Blanca. La lápida, colocada hace ocho años por su madrina, era más que una piedra: llevaba grabada su fotografía, sus fechas de nacimiento y fallecimiento, y estaba acompañada por dos floreros que siempre tenían algo fresco. Era un símbolo de amor y permanencia, un espacio donde la familia acudía a dejar flores, globos y palabras al viento.
El robo fue descubierto recientemente. Un familiar que visitó la tumba notó que todo estaba en su lugar, pero al regresar el sábado pasado, la lápida ya no estaba. "Pensamos que tal vez la habían retirado por alguna razón oficial, pero nadie sabía nada. Fui al panteón y el encargado tampoco supo darme una explicación. Hizo algunas llamadas, pero no hubo respuesta. Simplemente desapareció", relató el padre.
Lo más alarmante es que no se trata de un objeto fácil de mover. La lápida era pesada, lo que sugiere que varias personas participaron en el robo. A pesar de ello, el hecho pasó desapercibido para las autoridades, como tantos otros delitos que afectan a los espacios públicos y, en este caso, a un lugar sagrado para muchas familias.
Este acto no solo representa un delito material, sino una herida emocional para quienes aún lloran a sus seres queridos. La familia Ponce Rivera exige justicia y mayor vigilancia en los cementerios de la región. "No es justo que ni en su tumba pueda descansar en paz", reiteraron familiares.
